LA MÚSICA QUE ELEVA EL ALMA
Desde los principios la música ha sido un mediador, un instrumento que lleva a las profundidades más íntimas del hombre, lo remueve, lo libera, le da paz, alegría, etc.
Para mí, la música sin duda alguna me lleva al Padre, hace que me transforme y sin darme cuenta comienzo a hacer melodías, hoy definitivamente creo que no podría estar sin que hacer música mi vida, sin estar en la armonía de una nota, porque es un puente para mi oración, para mi encuentro con Aquel que me espera, que me sostiene, que me busca, que me ama, que se entrega, que cubre, que me levanta.
Hace tres o cuatro años comencé a tocar guitarra, buscaba a mis amigos, a algunas personas que me enseñaran a tocar este instrumento. De a poco comencé a tomar confianza, y comenzaron a sonar las pruimeras melodías, tal vez no tan armoniosas al oído de algunos, pero para mí eran hermosas porque eran melodías para Dios, para el Señor, mis hermanos de fraternidad decían que tenía talento o mejor dejémoslo en Don, sí eso sí, tenía Don, un don que el Señor me había regalado y que se había despertado.
Por otro lado yo no sabía cantar, solo cantaba en la ducha, y si es que no me hacían callar porque la verdad era bastante desafinadita, de esas que suenan como tarro, pero cuando llegué al convento me di cuenta de que se cantaban los salmos, y más aún todos los salmos, y los cánticos y el Padre nuestro, hasta el Ave María, y me dije, ahora ¿qué hago? Si soy más desafinada que un perro tacando flauta, bueno el Señor me dio la gracia y una hermanita con mucha paciencia me comenzó a enseñar y después me invitan al coro de la congregación, desde aquel momento la música se transformó en algo primordial en mi vida, porque ella hace que mi corazón se ensalce de alegría y de gozo, hace que mi alma se eleve y vaya al encuentro con el Señor. Es una vida que se vuelve canción, Mi Vida que se vuelve y transforma en canción, en melodía, que hace cantar y bailar no solo mi ser, sino que me hace dar testimonio de la canción que estoy haciendo en pos del Señor.
“Mi alma canta al amor del Señor y mi espíritu en mi Salvador, alaba el alma mía al Señor, alaba todo mi ser su nombre, cantaré salmos a mi Dios mientras viva”.
Para mí definitivamente la música me relaja, me concentra, hace que me interiorice, que pueda navegar y mirar desde mi interior. A veces hace llorar, pero purifica y renueva, otras hace recordar, y ayuda a no cometer los mismos errores porque se está perfeccionando, cambiando de tal modo que la sinfonía quede perfecta y armónica, esa es mi vida, una continua canción, que se va perfeccionando día a día y con esfuerzo y ensayo puedo alcanzar las más bellas voces, los finos acordes, las más delicadas y profundas canciones.
“Mi vida es una continua canción que día a día se va nutriendo y perfeccionando”