MEDITACION INTRODUCTORIA
ORAR CON MI MOMENTO PRESENTE
Pedir la gracia de reconocer, nombrar y ofrecer lo que estoy viviendo en este momento
ü Mi momento presente
¿Qué lo marca? Personas, preocupaciones.
ü Es un tiempo en que me siento.....
ü Es un tiempo parecido a.....
ü Representar mi momento presente con tres círculos concéntricos.
(Dibujar un circullo con distintas divisiones)
o Al centro: lo que más me preocupa en este momento
o En el segundo círculo: las tres preocupaciones que le siguen.
o En el tercer círculo: otras tres preocupaciones que también tengo.
TERMINAR REZANDO LENTAMENTE EL SALMO 139 (138)
PRIMERA MEDITACION: “Bendice al Señor, alma mía”
(Sal 104).
1. En los relatos de la creación (Gén 1 y 2) aparecen dos principios dinámicos: el poderoso aliento de Dios, que incuba y transforma el caos en orden y la soberana palabra de Dios, que hace existir, asigna puesto y nombre, bendice.
2. La creación entera es buena: Dios como artesano, va contemplando el resultado de su tarea, obra por obra, y comprueba que es bueno, contempla el todo y lo encuentra muy bueno.
3. La corona de la creación es el ser humano, imagen de Dios por el señorío recibido, varón y hembra como sede de fecundidad compartida y como primera célula social.
4. Génesis 2, 4b-9
5. Los tres primeros capítulos del Génesis son muy importantes porque dan la respuesta de fe a preguntas que todo hombre y mujer se hace en algún momento de su vida. “¿De dónde venimos?” “¿A dónde vamos?” “¿Cuál es nuestro origen?” “¿Cuál es nuestro fin?” “¿De dónde viene y adónde va todo lo que existe?” Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables y son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y de nuestro obrar. (Catecismo de la Iglesia Católica n. 282).
6. No es extraño entonces que San Ignacio proponga iniciar los Ejercicios Espirituales renovando nuestra conciencia de ser criaturas de Dios. Llama a esta parte inicial “Principio y Fundamento” y lo desarrolla escuetamente en los siguientes puntos:
· El hombre es creado por Dios infinito Amor, Sabiduría, Poder
· para alabar, hacer reverencia, servirle en Jesucristo, el Señor
· y así llegar a la salvación
· Todas las cosas, fuera del ser humano, están creadas en relación con el hombre
· El ser humano ha de usar de las cosas tanto cuanto le ayuden para alcanzar el fin para el cual fue creado y debe abstenerse de las cosas tanto cuanto le apartan de ese fin.
· Esto implica que debemos procurar estar interiormente libres de todo apego desordenado de tal manera que de nuestra parte, antes de conocer la voluntad de Dios, no valoricemos más la salud que la enfermedad, la riqueza que la pobreza, el honor que el deshonor, la vida larga que la corta…
· Solamente hemos de desear y elegir lo que es más conducente al fin para el que hemos sido creados. (EE n.23)
7. Si nos desviamos del camino, necesitamos ponernos de nuevo en manos del divino alfarero para que El nos modele otra vez (Jeremías 18,1-6). Hacemos retiro para encontrarnos más profundamente con el Señor, dejarnos trabajar por El y volver a encontrar nuestro norte.
PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL:
· Pedir la gracia de descubrir el Amor de Dios y la Vida que nos regala a través de la naturaleza.
· Darse un tiempo largo para contemplar la naturaleza: caminar en actitud de descubrimiento, observar atentamente, fijarse en detalles, detenerse donde hay algo que atrae mi atención. Sólo percibir, dejar las cosas actuar en mí, no hacer preguntas. Sentirme parte de esta maravillosa Creación de Dios.
· Utilicemos esta mañana básicamente nuestros sentidos. Estamos acostumbrados a buscar a Dios con nuestra cabeza, con la razón. Dejemos también que el cuerpo y en particular los sentidos, que son parte del cuerpo, nos ayuden a orar. Estemos más atentos a todo lo que nos rodea: los sonidos, las formas de la luz, la textura de las cosas, los aromas que circulan por el aire, el calor y el frío, incluso el gusto de los alimentos. Todo viene a mis sentidos desde Dios. El nos habla a través de su Creación. Miremos, admiremos, contemplemos, agradezcamos.
· Terminar con el Salmo 104 o 148 o con el Cántico de las Criaturas.
SEGUNDA MEDITACION: ¿Quién PODRA
SEPARARNOS DEL AMOR DE DIOS?
NOTAS METODOLOGICAS
Nuestro día tendrá tres momentos de oración personal, para lo cual les entregaré algunos contenidos y algunas pistas para orar que son solamente puntos de arranque. Les propongo estructurar cada uno de estos momentos de la siguiente forma:
PREPARACION
(trabajo mío)
10 o 15 min
|
ORACION
(trabajo de Dios)
60 min.
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REVISION
(trabajo mío)
10 o 15 min.
|
Cada uno elige su punto de partida durante el tiempo de preparación de la oración, usando la pauta entregada (texto bíblico, preguntas, ejercicios sugeridos, etc.). Una vez decidido lo que se va a hacer, uno se ubica en un lugar en que se sienta bien y que le facilite orar (pieza, capilla, aire libre, etc.); se calma (puede ayudarle hacer un ejercicio de relajación), se coloca en la presencia de Dios; pide la gracia que en ese momento desea o necesita; despliega las velas y deja que el Espíritu sople y lo lleve a donde El quiere.
La actitud básica en la preparación de la oración es la reverencia, por la cual reconozco a Dios como el Absoluto; la reverencia guía mi comportamiento físico y psíquico de una manera que corresponde a esa realidad de la presencia de Dios que lo “llena” todo.
Dos cosas ocurren en la oración: lo que yo hago y lo que se me ofrece, lo que está bajo mi control y lo que no está. Depende de mí leer la Biblia, escuchar las palabras de Jesús, hacer actos de fe, esperanza, amor. Puedo quedarme quieto y prestar atención a lo que Espíritu “susurra” en mi interior. Puedo recitar salmos, rezar oraciones vocales, meditar o contemplar.
El segundo aspecto de la oración es lo que me ocurre cuando oro, porque el tiempo de oración no es parejo. Hay recuerdos, imágenes, palabras o textos que nos tocan más profundamente y que nos producen sentimientos de mucha paz, alegría, amor, gratitud, arrepentimiento, dolor, entusiasmo, etc. Quedémonos allí y apropiémonos de esos sentimientos; es Dios que nos está comunicando algo. “Saboreemos” esa imagen, ese texto, esa frase. Al respecto dice S. Ignacio, al comienzo del libro de los Ejercicios, que “no el mucho saber harta el alma, sino el sentir y gustar las cosas íntimamente” (E.E. n.2).
En la oración Dios nos regala su gracia: algo que yo no tengo, pero que realmente deseo y que sólo El me puede dar. Algo que yo no puedo producir en mí, sino sólo pedirlo, esperarlo, acogerlo.
Si por cualquier razón no sentimos ninguna “consolación” como las llama S. Ignacio, sino al revés, nos sentimos secos, con aridez espiritual, con deseos de arrancar, permanezcamos en la oración, recordemos otras oportunidades en las que sí experimentamos consolación y sigamos adelante. Ya pasará ese momento. Nunca alargar o acortar el tiempo de oración que hemos pre-establecido.
Terminar rezando el Padrenuestro, Avemaría u otra oración vocal corriente.
· REVISION O EXAMEN DE LA ORACION
Al finalizar nuestro tiempo de oración personal, es recomendable cambiar de lugar y de postura y hacer por escrito una revisión o examen del rato de oración:
q ¿Qué sentimientos tuve durante la oración? (consolación –paz, gozo, entusiasmo-, desolación, temor, ansiedad, aburrimiento, etc.)
q ¿Qué dificultades tuve? ¿distracciones?
q ¿Qué gracia pedí al Señor?
q ¿Qué me facilitó la oración?
q ¿Qué descubrí?
q ¿Qué gracia considero que recibí en la oración?
· LA ENTREVISTA CON EL ACOMPAÑANTE
- “Es muy importante la entrevista con el Director del retiro. No es necesario que el ejercitante se confiese con él, pero sí es necesario que comunique al Director las tentaciones y temores, las inspiraciones y los buenos impulsos, y las agitaciones contradictorias que se producen en él, para que el Director pueda adaptarle los Ejercicios y orientarlos según sea necesario.(EE 17)
- Para que el ejercitante aproveche las orientaciones del Director, se parte de la base de una buena voluntad mutua. Por eso, si alguno no entendiera bien las palabras o actitudes del otro, es necesario que se pidan y se den explicaciones con amor, para llegar a un completo entendimiento”. (EE 22).
PUNTOS DE MEDITACION.
1 Juan 4, 16
1. El Papa Benedicto XVI nos dice en el n.17 de su Encíclica “Dios es amor”: “Nadie ha visto a Dios como es en sí mismo. Y, sin embargo, Dios no es del todo invisible para nosotros (…) Dios se ha hecho visible: en Jesús podemos ver al Padre (cfr.Jn 14,9). De hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, El sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Ultima Cena, hasta el Corazón traspasado en la Cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que El, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el camino de la Iglesia naciente”.
2. “El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que El se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. En la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana”.
3. La experiencia y la conciencia de este amor, nos mueven a dar también nosotros una respuesta de amor a nuestro Señor. Dice el Papa: “El nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso nosotros podemos corresponder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. El nos ama y nos hacer ver y experimentar su amor, y de este “antes” de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta”.
4. Cada uno de nosotros puede recorrer su historia personal en un clima de oración y descubrir allí las señales del amor de Dios en tantas personas, grupos, instituciones, acontecimientos que han sido parte de nuestra vida.
5. Podemos también considerar los dones y talentos naturales que nos ha regalado, por el simple hecho de haber sido creados “a su imagen y semejanza”: nuestro cuerpo, nuestra sexualidad, nuestros sentimientos, nuestra personalidad, nuestra inteligencia, nuestra voluntad, etc. Agradezcámoslos. Mirar todo lo que somos como don nos ayuda a aceptarnos y querernos a nosotros mismos, tal como Dios nos quiere y nos acepta.
6. También podemos contemplar con el corazón agradecido los dones sobrenaturales que hemos recibido. ¿Quién no recuerda con gozo interior las veces en que ha sentido la presencia del Señor en sí mismo; su iluminación en momentos en que nos sentíamos confundidos; su fuerza cuando nos sentíamos débiles; su protección cuando estábamos en peligro; un renovado entusiasmo apostólico cuando habíamos caído en la rutina; el perdón reconstituyente cuando habíamos pecado? Son los frutos del Espíritu que gratuitamente hemos recibido para gratuitamente entregarlos.
7. Y esta reflexión nos lleva a agradecer el gran regalo que inmerecidamente cada uno de nosotros ha recibido: nuestra vocación sacerdotal y el camino formativo que están realizando.
PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL
Ø Pedir la gracia de reconocer la presencia y el amor del Señor en mi vida
Ø Recorrer mi propia historia de salvación (toda mi vida o un segmento de ella):
· Quedándome en los momentos más importantes
· Orando por las personas y acontecimientos que van surgiendo
· Agradeciendo a Dios el amor que ido regalándome.
(Si te ayuda puedes seguir la pauta “Oración de gratitud”.)
Ø En oración, preguntarse si he reconocido mis dones naturales y sobrenaturales: ¿cuáles son? ¿los agradezco? ¿los estoy desarrollando?
Ø Meditar 1 Juan 4, 7-21
Ø Meditar Romanos 8, 31-39: Himno al amor de Dios
Ø Terminar con el Salmo 103 (102) Himno a la bondad de Dios.
TERCERA MEDITACION:
“HOY HA LLEGADO LA SALVACION A ESTA CASA”
1. Exodo 32, 1-10: el ternero de oro.
2. Dios había escuchado los clamores de su pueblo y los había sacado de Egipto. Habían experimentado su amor gratuito, su cuidado y su protección (maná, codornices, agua, etc.) y tenían la promesa de una tierra “que mana leche y miel”.
3. Pero en el momento mismo en que Dios establece Alianza con su pueblo y se compromete con él dando a Moisés “las tablas de la alianza” (Ex 31,18), el pueblo pide a Aarón un dios que no esté tan lejano e invisible, hecho a su medida. Un dios que camine con el pueblo allí donde éste quiera llevarlo y no que le ordene al pueblo caminar con él.
4. Al igual que en el relato del Génesis, el pecado consiste aquí en la desobediencia a Dios que implica desconfianza en El. Pero además, la confección del ídolo significa sustituir al Dios verdadero por uno fabricado por mí, por una criatura que yo pueda manejar. Es el pecado de la idolatría denunciado por los profetas y que siempre se traduce en destrucción de la propia persona y de los demás. (Is 59,12-15).
5. El documento de Puebla denuncia las idolatrías presentes en América Latina: “El hombre cae en la esclavitud cuando diviniza o absolutiza la riqueza, el poder, el Estado, el placer o cualquier creación de Dios, incluso su propio ser o su razón humana. Dios mismo es la fuente de liberación radical de todas las formas de idolatría” (n.491).
6. Esta fuente se hizo visible en Jesús de Nazaret. El entendió su misión como liberación de todas las formas del pecado y sus consecuencias. “He venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10). Todo el evangelio es revelación de la misericordia de Dios con los pecadores, contenida ya en el nombre de Jesús. En efecto, el ángel dice a José respecto del niño que va a nacer: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). Y cuando instituye la Eucaristía, que es como el sacramento –el signo- de toda su vida y ministerio, le da el mismo sentido: “Esta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt. 26,28).
7. Zaqueo percibió esta oferta de salvación en Jesús y lo busca. ¿Quién era Zaqueo? Era un hombre rico, jefe de los cobradores de impuestos. Tenía influencias, buena posición social, amistades, poder.
8. Sin embargo no es feliz. Hay en el una inquietud interior que no lo deja tranquilo, un vacío que no sabe como llenar. Es el vacío que deja toda idolatría. Había escuchado hablar de Jesús. ¿Tendrá él alguna respuesta a mi inquietud? ¿Cómo me acerco a él? ¿Me prestará atención sabiendo que soy rico y jefe de los publicanos? Al menos voy intentar verlo, aunque sea de lejos cuando pase por aquí.
9. Y Jesús va camino a Jerusalén y pasa por Jericó, donde vivía Zaqueo. Esta es su oportunidad. Pero viene rodeado de gente y yo soy bajo. Unica solución: subirse a un árbol y mirar. Se adelanta, corre y lo hace. Signo de que estaba muy inquieto. ¿Cual será Jesús?
10. Cuando llega Jesús donde él estaba, es el mismo Jesús quien toma la iniciativa. Se detiene, lo mira, lo llama por su nombre, desde abajo y se autoinvita a su casa. Zaqueo no cabe en si de alegría, baja rápidamente y le abre las puertas de su casa.
11. Así es el Señor: basta una pequeña iniciativa de nuestra parte para que El nos de mucho más de lo que nosotros pensamos. En El se nos revela la sobreabundancia del amor de Dios. Y siempre el Señor nos llama desde abajo: desde el pobre, desde el enfermo, desde el niño.
12. No sabemos cómo fue el diálogo de Jesús con Zaqueo, pero sí sabemos que desde el primer momento él se sintió amado por Jesús y debe haberle abierto su corazón, expresándole su inquietud, su insatisfacción, su vacío. A través de las palabras de Jesús, Zaqueo se dio cuenta que debía abandonar la idolatría del dinero y convertirse al Dios verdadero. El llenaría su corazón de amor y abriría sus ojos hacia los pobres, víctimas de su pecado y del pecado de tantos.
13. Así, este encuentro profundo con Jesús produce en él una conversión profunda a la caridad y a la justicia: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más”. No sólo bajó del árbol, bajó hacia los que nunca había tomado en cuenta. La conversión al Dios verdadero pasa por hacerse hermano, cercano, de los pobres, los enfermos, los abandonados.
14. “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que este hombre también es un hijo de Abraham, porque el hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”
15. Zaqueo, estabas perdido en medio de tu riqueza y de tu poder, pero te dejaste encontrar por el buen pastor, Jesús, y El te transformó: abrió tus ojos a las necesidades de los demás y brotó en ti el amor, la solidaridad, la justicia con los débiles y encontraste sentido a tu vida, encontraste la salvación.
16. Ahora bien, reconocer los propios pecados es una gracia de Dios que precede a la gracia de la conversión y del perdón que nos libera de las ataduras del pecado. Y es una gracia que hay que pedirla porque a veces nuestra conciencia está dormida o está ciega. En los EE San Ignacio lo formula así: pedir a Dios la gracia de tener “un conocimiento íntimo de lo que han sido mis pecados en mi vida” (EE 63) y de “sentir un grande e intenso dolor y lágrimas por mis pecados” (EE 55). Este dolor profundo se produce porque el pecado implica una tremenda ingratitud hacia Dios Padre y, también, por las consecuencias destructoras que el pecado tiene para uno como persona y directa o indirectamente, para otros, ya que el pecado siempre tiene una dimensión social.
17. San Ignacio recomienda hacer este examen profundo del pecado en nuestra vida, ante Cristo clavado en la Cruz, porque esa imagen nos hace presente su amor “hasta el extremo” (Jn13, 1), ése que hace exclamar a Pablo: “...me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). El está ahí por mí, y por todos los que son como yo, para decirnos que su amor no tiene límites y que siempre está dispuesto a darnos una nueva oportunidad, sea cual sea la situación en que nos encontremos.
PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL
· Pedir las gracias mencionadas en la meditación
· Hacer un buen examen de conciencia. Pueden ayudar: Ef 4,17-32; 5,1-20; Apoc 2 y 3 (las cartas a las Iglesias de Asia).
· Contemplar la misericordia del Padre (Parábolas de Lc 15); o de Cristo (Zaqueo Lc 19, 1-10).
· Reflexionar y orar con el texto del Hno. Carlos “Ámame tal como eres”
· Rezar con gratitud el Salmo 32 (31).
CUARTA MEDITACION:
“LOS LLAMO AMIGOS”
- “Para ser libres nos libertó Cristo” dice S. Pablo (Gal 5,1). El perdón de Cristo nos libera de las ataduras más profundas, las del pecado y nos devuelve aquello que nos hace ser personas: la libertad. Perdonados, estamos ahora en mejores condiciones tanto de oír de nuevo la llamada de Cristo a ser sus discípulos, como de optar nuevamente por El y su Evangelio en forma radical.
- El joven rico: Mc. 10,17-21.
- También nosotros corrimos un día al encuentro de Jesús y de rodillas le preguntamos qué camino tomar en la vida, cuál era la vida verdadera, la que perdura para siempre. Y El nos puso en el camino de los diez mandamientos. Sin embargo, sentíamos en nuestro interior, la necesidad de algo más. Y también sentimos en ese momento que la mirada de Jesús se fijaba en nosotros de una manera especial. Nos miraba con inmenso amor y nos invitaba a dejarlo todo por El y a caminar tras sus huellas. “Jesús, fijando en él su mirada, lo amó y le dijo: “Sólo una cosa te falta: vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme” (v.21).
- Y esa mirada de amor, que está al origen de nuestra llamada al discipulado y al sacerdocio, nunca se ha apartado de nosotros. Nos ha iluminado en los momentos de confusión, nos ha sostenido en los momentos de debilidad, nos ha protegido frente a los peligros, ha renovado nuestro entusiasmo apostólico cuando hemos caído en la rutina, ha sido una mirada de perdón, como a Pedro, cuando lo hemos traicionado (Lc 22, 61).
- Los discípulos de Jesús también sintieron esa mirada de amor cuando fueron llamados por El y tal vez eso explica la prontitud con que dejaron sus puestos de trabajo y sus familias para iniciar el seguimiento del Maestro. El los forma con infinita paciencia y los va introduciendo en los misterios del Reinado de Dios. Va creciendo entre ellos una profunda amistad, al punto que Jesús, hacia el final de su vida, les dice: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre” (Jn 15,15).
- El Hno. Carlos cultivó profundamente esta amistad con Jesús y de esta relación brotaba su alegría, su bondad y su inquietud misionera. Por algo lo llamaba su “Bienamado hermano y Señor”. Decía en una carta a su amigo Luis Massignon: “¡Alégrese! Alégrese por amor. El Amado es feliz; debemos estar contentos con su felicidad. Que nuestro corazón entre en la alegría y la paz porque Aquél a quien amamos más que a nosotros mismos vive en una felicidad y una paz infinitas….No caiga demasiado en este fango que somos nosotros mismos; hay que hacer todos los días el examen de conciencia, pedir perdón, sufrir en nuestra infidelidad….Pero no debemos tener siempre los ojos puestos sobre nosotros…el amor mira a aquél que ama, el amor mira sin cesar al amado, no puede apartar de él los ojos y lo contempla sin fin….Ya que nuestro amado es feliz, debemos ser felices con su felicidad”(Tamanrasset 7 de Abril de 1912).
- Nuestros momentos de oración tranquila, la adoración, cuando hacemos lectura orante de la Palabra (lectio divina), los retiros, la oración comunitaria en el seminario, la celebración eucarística, el apostolado, el servicio a los más pobres, etc. son ocasiones privilegiadas para crecer en la amistad con Jesús y tomar conciencia del inmenso amor que nos tiene.
- Nuestro modelo de oración es el mismo Jesús. Podemos contemplarlo en oración y aprender de El, tratando de contestar las siguientes preguntas, después de leer los textos
v ¿Qué lugares y tiempos elegía para orar?
v ¿Con ocasión de qué acontecimientos de su vida Jesús hacía especial oración?
v ¿Qué pedía o agradecía en su oración?
v Mirando a Jesús orante ¿qué conclusión saco respecto de mi propia vida de oración?
Ø Texto 1: Mt 11,25-26
Ø Texto 2: Mt 14, 22-23;
Ø Texto 3: Mt 19,13-15
Ø Texto 4: Mc 1,35
Ø Texto 5: Lc. 3,21-22
Ø Texto 6 : Lc 5,15-16
Ø Texto 7: Lc. 6,12-13
Ø Texto 8: Lc 9, 28-29
Ø Texto 9: Lc 22,39-46
Ø Texto 10 : Lc 23,46
Ø Texto 11 : Jn 6,15-17
Ø Texto 12 : Jn. 11,41
- Jesús, no sólo era un orante sino un maestro de oración: “Un día, Jesús estaba El orando en cierto lugar y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como enseñó Juan a sus discípulos” (Lc. 11,1). Los discípulos, como buenos judíos, eran hombres de oración, pero al ver la calidad de la oración de Jesús, se dan cuenta que les queda mucho por aprender en relación a la oración.
- Y Jesús les enseña el Padrenuestro: a orar se aprende orando. La oración es un arte que se aprende y que se enseña. ¿Dónde aprendí a orar yo? ¿Quiénes han sido mis maestros en este campo? Sólo puede enseñar a orar a otro, un hombre o una mujer de oración, como Jesús, como Juan el Bautista.
- Veamos las características de la oración a través del Padrenuestro.
- “PADRE NUESTRO” – nos dirigimos a Dios como Padre/Madre (Abbá) – es un diálogo con alguien que nos creó, que nos ama y que nos cuida. Por lo tanto, es un diálogo marcado por la cercanía, la ternura, la confianza, la gratitud. Es el clima en que debemos orar. Oro sintiéndome siempre en comunión con mis hermanos y hermanas (Padre “nuestro”).
- “VENGA A NOSOTROS TU REINO”: tenemos presente el mundo que nos toca vivir y deseamos que en él reine el Señor, su justicia, su paz, su amor.
- “HAGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO”: la oración nos dispone para buscar, hallar, acoger y cumplir la voluntad de Dios: “¿qué quieres Señor de mí? ¿Estás contento conmigo? ¿Qué haría Cristo en mi lugar”. Oro para entrar en el proyecto de Dios y no para forzar a Dios que El entre en mi proyecto. La oración implica entonces silencio, escucha atenta.
- “DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DIA”: pedimos al Padre lo necesario para vivir, simbolizado en el pan material. Pero sabemos que “no sólo de pan vive el hombre”. Por eso, aquí estamos pidiendo el Pan de la Palabra, que es nuestro alimento espiritual y a Cristo mismo que es “el Pan vivo bajado del cielo”, como lo dice él mismo.
- Porque en definitiva la finalidad de la oración es configurarnos con Cristo: “tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2,5) nos dice San Pablo. Orar es dejar que el Espíritu Santo nos trabaje por dentro y nos vaya haciendo parecidos a Jesús. “No vivo yo, es Cristo quien vive en mí”, decía San Pablo a los gálatas (2,20).
- “PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN”. En la oración reconocemos humildemente nuestros límites, nuestras caídas y por lo tanto se nos da la oportunidad de convertirnos y retomar el camino cristiano. Y de tener la fuerza para perdonar a los que nos han ofendido. La oración es fundamental para la reconciliación con Dios y con el prójimo.
- “NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN”. La oración nos fortalece interiormente para ser fieles a Dios y a su proyecto, ya que siempre seremos tentados para apartarnos del camino del Evangelio.
Hay varios tipos de oración, según la finalidad: de alabanza, de acción de gracias, de petición, de intercesión, de perdón, de discernimiento, de ofrecimiento.
Hay también varias formas de orar:
Ø la oración personal, “Tú, cuando vayas a orar, entra en tu habitación y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto de recompensará” (Mt 6,6).
Ø La oración comunitaria: “Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, yo estaré en medio de ellos” (Mt 18,20).
Ø La oración litúrgica.
También hay variados puntos de partida para la oración:
Ø Orar con la Palabra de Dios
Ø Orar con hechos de vida
Ø Orar con la música
Ø Orar con los íconos
Ø Orar con el Santísimo Sacramento (Adoración).
Ø Orar con el Rosario
Ø Orar con la naturaleza
Ø Orar en el servicio solidario.
Lo importante es que la oración sea diaria y que cada uno encuentre el modo y el punto de partida que más le ayude. Y que combine lo personal con lo comunitario y lo litúrgico y utilice los distintos tipos de oración que existen.
PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL
Ø Contemplar a Jesús en oración y aprender de El.
Ø Revisar la calidad y la cantidad de la propia oración
Ø Terminar con el Salmo 141 (140)
(para seguir profundizando:
· Catecismo de la Iglesia Católica, Cuarta Parte: “La oración cristiana”, n. 2558 al 2856
· Juan Pablo II, “Novo millennio ineunte”, La Oración, n. 32,33 y 34)
QUINTA MEDITACION:
“CELIBES POR AMOR A JESUS Y AL REINO DE DIOS”
1. Lucas 18, 28-30: “…lo hemos dejado todo y te hemos seguido…”
2. Hablar de celibato es hablar de amor apasionado por Jesús, por su Evangelio, por su Reino, por los pobres y sufrientes (Mt. 19, 11-12).
3. “El hombre no puede vivir sin amor. El permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa en él vivamente. Se trata de un amor que compromete toda la persona, a nivel físico, psíquico y espiritual ”
4. Lamentablemente, el contexto socio cultural en que vivimos “banaliza en gran parte la sexualidad humana, porque la interpreta y la vive de manera reductiva y empobrecida, relacionándola únicamente con el cuerpo y el placer egoísta” (id.)
5. Nosotros no somos inmunes a esta “banalización”. Por eso, a través de nuestra amistad con Jesús, debemos dejar que él purifique nuestra manera de amar y la transforme para amar a los otros como El nos ha amado. Es decir, con un amor gratuito y universal que transparenta el amor de Dios. Con un amor que se abaja y se despoja de cosas legítimas (familia, hijos, bienes) para encontrar nuevos hermanos y hermanas, nuevos hijos e hijas espirituales en la gran familia de la Iglesia (el ciento por uno) y ser así, testigos del poder de Dios.
6. Dice el Papa Benedicto XVI: “El hecho de que Cristo mismo, sacerdote para siempre, viviera su misión hasta el sacrificio de la cruz en estado de virginidad es el punto de referencia seguro para entender el sentido de la tradición de la Iglesia latina a este respecto. Así, pues, no basta con comprender el celibato sacerdotal en términos meramente funcionales. En realidad, representa una especial conformación con el estilo de vida del propio Cristo. Dicha opción es ante todo esponsal; es una identificación con Cristo Esposo que da la vida por su Esposa”.
7. Hemos sido llamados, entonces, y hemos elegido amar como Jesús: desde la intimidad con el Padre que nos da su Espíritu de amor, para entregarnos sin reservas a El y a la gente, con una opción preferencial por los más pobres y abandonados. El celibato entonces es una gracia de Dios, un don que pedimos y recibimos de El.
8. Acoger esta gracia no es fácil porque nuestras necesidades corporales, afectivas y sexuales siempre están presentes, como en todo ser humano, y hay momentos en que se hacen sentir con especial fuerza. Por eso, tenemos crisis, grandes tentaciones, deseos fuertes, caídas.
9. Son los momentos en que debemos recurrir a la oración con más intensidad y abrir el corazón con toda sinceridad a nuestro acompañante espiritual. No nos ayuda negar lo que estamos sintiendo, culpabilizarnos o empujarlo a la clandestinidad. Todas éstas son tentaciones del mal espíritu.
10. Si abrimos el corazón y pedimos ayuda a nuestro acompañante espiritual o al confesor, estos momentos dolorosos pueden ser la oportunidad de una vinculación más profunda y auténtica con el Señor, porque la estableceremos desde nuestra pobreza, desde nuestra debilidad. (2 Cor 12, 7-10 “cuando soy débil, entonces soy fuerte”).
11. Vivir nuestro celibato con coherencia, con verdad y con alegría, es un proceso de toda la vida en que actúan conjuntamente la gracia de Dios y nuestras precauciones para mantener viva nuestra consagración total a Jesús y al Evangelio. No debemos correr riesgos innecesarios.
12. Dice el Papa Juan Pablo II: “Puesto que el carisma del celibato, aún cuando es auténtico y probado, deja intactas las inclinaciones de la afectividad y los impulsos del instinto, los candidatos al sacerdocio necesitan una madurez afectiva que los capacite a la prudencia, a la renuncia a todo lo que pueda ponerla en peligro, a la vigilancia sobre el cuerpo y el espíritu, a la estima y respeto en las relaciones interpersonales con hombres y mujeres. Una ayuda valiosa podrá hallarse en una adecuada educación a la verdadera amistad, a semejanza de los vínculos de afecto fraterno que Cristo vivió en su vida: “Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro”(Jn 11,5).
13. De todos modos, tendremos avances y retrocesos, lo cual nos exige tener paciencia con nosotros mismos, mayor autoconocimiento, respeto y misericordia con nuestra propia persona y con los demás. Nuestra fragilidad nos puede ayudar a entender la fragilidad de los demás y no condenar sino ayudar a superar las dificultades. En todo caso, muchas veces nuestras dificultades con el celibato son más bien síntomas de otros desórdenes en nuestra vida, sobre todo de tipo espiritual.
14. El punto clave de nuestra fidelidad a este llamado y a este don que es el celibato, está en el cuidado de nuestra vida espiritual. Si amamos a Jesús por sobre todas las cosas, si nos entusiasma su Evangelio como un camino de vida nueva, sencilla, fraterna y alegre, si nos llenamos de su Espíritu Santo, Espíritu de Amor, en la oración personal, en la Eucaristía, entonces podemos dejarlo todo por El y seguirlo. Podemos ser un signo vivo de su presencia en medio de la gente: El puede llenar la vida completa de un hombre y hacer que la entregue a los demás, con un amor preferencial por los que este mundo excluye, desprecia y margina. La consagración a Dios en el celibato se transforma así en un gesto profético.
PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL.
Ø Examinar la propia capacidad de amar: ¿ha crecido? ¿estoy estancado? ¿En qué lo noto?
Ø ¿Cómo estoy viviendo mi celibato? ¿Soy fiel a él? ¿Qué me ayuda a vivirlo? ¿Qué me dificulta vivirlo?
Ø Volver sobre los textos mencionados en esta meditación y reflexionar con ellos.
Ø Meditar 1Cor 7,1-10; 25-28; 32-38.
Ø Terminar pidiendo al Señor a través de la Virgen María, la gracia del celibato por el Reino.
SEXTA MEDITACION:
“UN DIA CON JESUS”
-oración guiada-
1. NOS PONEMOS EN PRESENCIA DEL SEÑOR E INVOCAMOS SU NOMBRE.
2. PEDIMOS LA GRACIA QUE DESEAMOS CONSEGUIR
“Señor Jesús, Tu eres nuestro Buen Pastor,
danos la gracia de conocerte más profundamente
para amarte más y
seguirte con más fidelidad”.
3. MOTIVACION :
· Jesús es nuestro modelo. Contemplándolo a El queremos aprender a ser buenos pastores de nuestros hermanos y hermanas.
· Para eso vamos a acompañarlo un día completo en su vida de pastor. San Marcos en el primer capítulo de su Evangelio nos relata cómo era un día de Jesús.
· Cada escena la vamos a imaginar y nos vamos a hacer presente en ella para sacar algún fruto para nuestro trabajo pastoral presente y futuro.
· Tomemos una posición cómoda, respiremos profundamente, cerremos los ojos.
4. PRIMERA ESCENA: LEER MARCOS 1,21-28
Ø Mirémos a Jesús llegando a Cafarnaúm con sus discípulos. Es una pequeña ciudad, junto a un hermoso lago. Miremos el lago. Es una mañana agradable.
Ø Entran en la sinagoga. Estaba llena de gente
Ø Jesús se pone al medio y empieza a enseñar. Imaginemos su voz.
Ø La gente se admira. Mirémosle sus rostros.
Ø Jesús enseña con autoridad
Ø De repente un grito espantoso: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros?”
Ø Es el demonio que se siente atacado por la enseñanza de Jesús
Ø ¿Dónde estoy yo en la escena? ¿cerca de Jesús? ¿cerca del hombre endemoniado? ¿oculto entre la gente?
Ø Oigamos la voz poderosa de Jesús: “Cállate y sal de este hombre”.
Ø Miremos al mal espíritu que sacude al hombre con violencia y sale de él gritando.
Ø La gente queda más asombrada aún: mirémosle de nuevo sus rostros, miremos también al hombre que ha sido sanado. ¿Qué sentiría?
5. REFLEXION
Ø ¿Qué sentimientos se despertaron en mí al contemplar esta escena?
Ø ¿Qué me enseña Jesús en este episodio?
Ø Yo también ejerzo el ministerio de la enseñanza ¿estoy contento con mi manera de enseñar el camino de Jesús, lo que es ser cristiano?
Ø ¿Cómo podría mejorar mi servicio de enseñar?
6. SEGUNDA ESCENA: LEER MARCOS 1,29-34.
ü Ha sido una mañana intensa. Es hora de almorzar. Los hermanos Simón Pedro y Andrés invitan a Jesús a su casa. También son invitados otro par de discípulos, Santiago y Juan.
ü Los cinco salen de la sinagoga. Van por una calle polvorienta hacia la casa de Simón Pedro que está cerquita del lago. Eran pescadores. Son amigos. Imaginemos su conversación.
ü Llegan a la casa. Es de piedra. Muy sencilla. Entremos con ellos. Pero, hay un problema. La suegra de Pedro está en cama con fiebre. Recurren a su amigo Jesús.
ü El la toma de la mano, con gran cariño. Miremos el rostro de la señora. ¿Cómo es? Recordemos el rostro de personas mayores que conocemos. Tal vez nuestras abuelas. ¿Cómo las trato?
ü Jesús la sana, la levanta. Ella reacciona poniéndose al servicio de ellos. Ya pueden almorzar. Imaginemos la mesa con todos ellos alrededor, conversando, contentos porque están con Jesús. Contentos porque la señora se mejoró.
ü Pasan toda la tarde juntos. Son buenos amigos.
7. REFLEXION
ü ¿Qué es lo que más me gustó de esta escena?
ü ¿Qué aprendo de Jesús?
ü ¿Me siento amigo de los demás seminaristas?
ü ¿Cómo trato a las personas mayores?
ü ¿Cómo me tratan ellas a mí?
8. TERCERA ESCENA: LEER MARCOS 1, 32-34
ü Llega el atardecer. El sol se está poniendo. Para un judío el día sábado se está terminando y ya pueden moverse libremente.
ü Traen sus enfermos. Multitud de enfermos. Podemos imaginarlos: cojos, ciegos, paralíticos, mudos, sordos, endemoniados. Toda la miseria humana se agolpa a la puerta de la casa donde está Jesús.
ü El sale, los toca uno por uno, los trata con inmenso amor. Es el Buen Pastor que conoce sus ovejas, las cuida, las sana de sus heridas.
ü Se hace tarde. No hay alumbrado público. La gente empieza a irse. ¿Cuáles serán los sentimientos de esa gente?
9. REFLEXION
ü ¿Qué es lo que más me impresiona de esta escena?
ü ¿Qué aprendo de Jesús?
ü ¿Cómo reacciono yo frente al sufrimiento humano?
ü ¿Me ha tocado acompañar alguna persona que estaba sufriendo?
ü ¿Qué hice? ¿Cómo me sentí?
10. CUARTA ESCENA: LEER MARCOS 1, 35- 39
v Jesús se levantó de madrugada. Todavía estaba oscuro. Va a un lugar donde pueda estar solo. Necesita hacer oración, conversar con su Padre. Mirémoslo ¿cómo está? ¿De pie? ¿sentado? ¿de rodillas? ¿de qué estará conversando con su Padre? Imaginemos ese diálogo.
v Los discípulos lo van a buscar. El los invita a misionar los pueblos vecinos.
v Salen de Cafarnaúm. Mirémos a Jesús, caminando, rodeado por sus discípulos, rumbo a la misión. ¿Dónde estoy yo?
11. REFLEXION
v ¿qué lugar ha ocupado la oración en mi servicio pastoral?
v ¿en qué lugares estoy desarrollando mi misión de evangelizador?
v ¿cómo puedo mejorar mi servicio evangelizador ?
12. CONCLUSION
v Dar gracias, pedir perdón o hacer peticiones.
SEPTIMA MEDITACION:
AGRADECIMIENTO Y OFRENDA
- Benedicto XVI: “Forma eucarística de la vida cristiana” (“Sacramentum Caritatis n. 70 y ss).
- La primera actitud de una espiritualidad eucarística es la gratitud, el agradecimiento, por el amor que Dios nos tiene y que se manifiesta de tantas maneras.
- La expresión máxima de este amor de Dios es la persona de su Hijo, su misión, su entrega en la Cruz.
- En la Eucaristía se renueva esta entrega: “Sacramento de la caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombres”.(SC n.1)
- Dar gracias exige cierta madurez. El niño no lo hace espontáneamente. Al adolescente le cuesta. Y hay adultos que se centran exclusivamente en sus propios derechos y no saben agradecer. El adulto maduro acepta sus limitaciones y dependencia, reconoce que debe mucho a los demás (“¿Qué tienes que no hayas recibido?”).
- Uno de los frutos de los EE es madurar en la fe. Por eso la última meditación de los EE de San Ignacio se llama “Contemplación para alcanzar amor”. La petición que él sugiere hacer resume, en cierto modo, su contenido: “Pediré un conocimiento íntimo de tanto bien que he recibido, para que yo agradeciéndolo todo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad” (EE n.233).
- Sabiéndonos amados, brota en nosotros el deseo de responder al amor del Señor, ofreciéndonos a El, que El disponga de nosotros para trabajar por su Reino. “Los exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual”(Rom 12,1)
- Comentando este texto, dice el Papa: “En esta exhortación se ve la imagen del nuevo culto como ofrenda total de la propia persona en comunión con toda la Iglesia” (n.70). “El cristiano está llamado a expresar en cada acto de su vida el verdadero culto a Dios. De aquí toma fuerza la naturaleza intrínsecamente eucarística de la vida cristiana”(n.71)
PISTAS PARA LA ORACION PERSONAL
ü Recoger el retiro agradeciendo todo lo recibido.
ü Rezar el magnificat
ü Ofrecerme al Señor con la oración “Toma Señor y recibe”, que San Ignacio propone como culminación de los Ejercicios Espirituales (EE n. 234).
TOMA, SEÑOR, Y RECIBE
TODA MI LIBERTAD, MI MEMORIA,
MI ENTENDIMIENTO Y TODA MI VOLUNTAD;
TODO MI HABER Y MI POSEER.
TU ME LO DISTE TODO;
A TI, SEÑOR, LO DEVUELVO;
TODO ES TUYO,
DISPON DE TODO SEGÚN TU VOLUNTAD;
DAME SOLAMENTE GRACIA PARA AMARTE;
ESTA ME BASTA.
EL CÁNTICO DE LAS CREATURAS.
Recibe, Señor, la alabanza de todo lo creado;
de un modo especial la de nuestro hermano sol,
el cual nos da el día y nos alumbra,
que es bello, radiante y de gran esplendor;
y es digno de ti, Altísimo Señor.
Oh, Padre poderoso, Altísimo Señor:
a ti alabanza y gloria, loor y bendición;
a ti, oh Dios inmenso, se debe todo honor
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Señor, te alabamos por nuestro hermano sol;
él es imagen tuya, Altísimo Señor;
y por la hermana luna, el cielo y las estrellas;
las has creado claras, espléndidas y bellas.
Señor, te alabamos por nuestro hermano viento
y por el aire tibio, helado o caliente,
y el tiempo, sea lluvioso, nublado o bien sereno;
por él das a tus hijos el pan a manos llenas.
Señor, te alabamos por nuestra hermana agua
que es tan modesta y útil, tan límpida y tan casta;
por nuestro hermano fuego que alumbra por la noche
y es tan alegre y bello, tan recio y poderoso.
Señor, te alabamos por nuestra hermana tierra,
la cual nos alimenta, alberga y gobierna,
que frutos muy diversos produce en todo tiempo
con flores de color, con árboles y hierba.
Señor, te alabamos por quien da su perdón
y por amor soporta cualquier tribulación
dichoso el que sabe sufrirla en tu paz;
por ti, Señor eterno, aceptado se verá.
También te alabamos, oh Padre de bondad,
por nuestra hermana muerte, la muerte corporal,
de la que ningún hombre puede jamás escapar.
Mas ¡necio aquél que muere rehusando tu amistad!
Felices los que saben cumplir tu Voluntad,
pues la segunda muerte ningún mal les hará,
¡Den gracias al Señor por su fidelidad!
¡Ofrézcanle su amor sirviendo en humildad!
San Francisco de Asís.
ORACION DE GRATITUD
(Porque Dios ha estado, está y por lo tanto estará, en cada momento y acontecimiento de mi vida).
Para ayudarme a comprender esto y que se me dé la profunda alegría que se produce al darme cuenta de ello:
1. Tranquilamente me coloco en la presencia del Señor (Si me ayuda, imagino que El está sentado frente a mí).
2. Le pido insistentemente la gracia que necesito “Señor, te pido que me des una profunda y sentida conciencia de cómo tú has estado siempre presente en mi vida”.
3. Con la ayuda de mi imaginación, le pido al Señor que recorra conmigo la pista de mi memoria. Con El, recuerdo y aún re-vivo acontecimientos pasados de mi vida: gente, lugares, hechos, etc... simplemente dejo que un recuerdo traiga el otro.
4. “Señor, muéstrame COMO has estado presente en mi vida”. Con El suavemente reflexiono sobre esos momentos felices, y también sobre aquellas experiencias que fueron en su momento, dolorosas y negativas. Pido al Señor que me permita ver que El de hecho estuvo presente en todas ellas. Ten paciencia. Toma tu tiempo.
5. “Tú eres precioso a mis ojos... y te amo” (Is. 43, 4) Toma tu tiempo y medita sobre este texto. Pídele al Señor que gradualmente te haga consciente de que El ha estado constantemente contigo a través de tu vida –aún a veces cuando, tal vez, , has dudado de ello- y también de que El te ha tratado en forma única, con amor, ternura y compasión.
Pídele que profundice tu fe y tu confianza en El de tal modo que puedas realmente creer que:
“Con amor eterno te he amado, por eso he reservado gracia para ti” (Jer. 31, 3)
6. Termina lentamente la oración
Simplemente, dirige al Señor un par de frases sencillas, muy sinceras, resumiendo lo que tú sientes que ha pasado durante este tiempo de oración. Sé agradecido con El. Termina lentamente con un Gloria o un Padre Nuestro y te persignas.
AMAME TAL COMO ERES
Conozco tu miseria,
las luchas y tribulaciones de tu alma,
la debilidad y las dolencias de tu cuerpo;
conozco tu cobardía,
tus pecados y tus flaquezas.
A pesar de todo te digo:
Dame tu corazón, ámame tal como eres.
Si para darme tu corazón
esperas ser un ángel,
nunca llegarás a amarme.
Aún cuando caigas de nuevo,
muchas veces, en esas faltas
que jamás quisieras cometer,
y seas un cobarde para practicar la virtud,
no te consiento que me dejes amar.
Amame tal como eres.
Amame en todo momento,
cualquiera que sea la situación
en que te encuentras,
de fervor o sequedad,
de fidelidad o de traición.
Amame tal como eres.
Quiero el amor de tu corazón indigente.
Si esperas ser perfecto para amarme,
nunca me llegarás a amar...
Amame tal como eres.
Déjate amar. Quiero tu corazón.
En mis planes está moldearte,
pero mientras eso llega,
te amo tal como eres.
Y quiero que tú hagas lo mismo.
Deseo ver tu corazón que se levanta
desde lo profundo de tu miseria:
amo en ti incluso tu debilidad.
Me gusta el amor de los pobres.
Quiero que desde la indigencia
se levante incesantemente este grito:
te amo, Señor.
Lo que me importa es el canto de tu corazón.
¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos?
No te pido virtudes.
Y aún cuando yo te las diera,
eres tan débil
que siempre se mezclaría en ellas
un poco de amor propio.
Pero no te preocupes por eso...
Preocúpate sólo de llenar con tu amor
El momento presente.
Hoy me tienes a la puerta de tu corazón,
Como un mendigo,
A mi que soy el Señor de los señores.
Llamo a tu puerta y espero.
Apresúrate a abrirme.
No alegues tu miseria.
Si conocieras plenamente la dimensión
De tu indigencia, morirías de dolor.
Una sola cosa podría herirme el corazón:
Ver que dudas y que te falta confianza.
Quiero que pienses en mí
Todas las horas del día y de la noche.
No quiero que realices ni siquiera
la acción más insignificante por
un motivo que no sea el amor.
Cuando te toque sufrir, yo te daré fuerzas.
Tú me diste amor a mí,
yo te haré amar a ti más de lo
que hayas podido soñar.
Pero recuerda sólo esto:
Amame tal como eres.
Hno. Carlos de Foucauld